Argentina tiene una de las tasas de prevalencia más altas de cáncer de mama y cáncer de cuello de útero en Latinoamérica. Ocupa el tercer puesto en cáncer de mama y el quinto en cuello de útero. Hay factores sociales, económicos y políticos que explican el retraso en el diagnóstico y cuestiones como el acceso desigual al tratamiento. Porque, aunque los avances médicos han mejorado el panorama, aún falta mucho por hacer.
Tanto falta aún que se proyecta un importante aumento de casos para 2050: “Para 2050 se espera que los casos de cáncer de mama suban más de un 40% y los de cuello de útero, cerca de un 30%. Por eso es clave seguir trabajando para que todas las mujeres, sin importar dónde vivan o su situación económica, puedan acceder a controles, diagnósticos y tratamientos a tiempo”, afirma Gabriela Bugarín, directora médica de Oncología de MSD Argentina.
Índice de Contenidos (7)
Acciones para ocuparse y no solo preocuparse
Sin embargo, los expertos en salud saben que estas cifras no se tratan de una sentencia, sino de una problemática de la que ocuparse. En ese sentido, el ministerio de Salud bonaerense cambió la edad de la primera mamografía para pacientes de Buenos Aires: a partir de ahora se empezará a los 40 años y se realizará cada dos años, según criterio médico. El control está indicado hasta los 75 años, siempre que se trate de personas sin antecedentes familiares de este tumor.
Por su parte, MSD Argentina hace su parte revalorizando el rol de las campañas de concientización. Con esa misión, explicaron qué factores ayudan a reducir el riesgo de desarrollar cáncer de mamas y de cuello uterino.
Cómo reducir el riesgo
Más allá del diagnóstico temprano, existen múltiples acciones que pueden contribuir a disminuir las probabilidades de desarrollar estos tipos de cáncer.
Estilo de vida y autoexploraciones mamarias. Para el cáncer de mama, llevar un estilo de vida saludable es clave: mantener un peso adecuado, realizar actividad física regularmente, evitar el consumo excesivo de alcohol y limitar el uso de hormonas en la menopausia. Es recomendable realizar autoexploraciones mamarias con regularidad, para detectar posibles cambios o irregularidades. Esto no reemplaza los estudios clínicos, pero te acerca a una consulta médica si lo ves necesario. Para curar, primero hay que detectar las señales.
Vacunación contra el VPH. La medida más eficaz para prevenir el cáncer de cuello uterino es la vacunación contra el VPH, recomendada para personas de entre 9 y 45 años. También es clave realizar controles ginecológicos periódicos y mantener relaciones sexuales con preservativo. Si bien su uso correcto ayuda a reducir el riesgo de transmisión, no brinda una protección total, ya que el virus puede encontrarse en zonas de la piel no cubiertas.
“La mejor herramienta que tenemos contra el cáncer sigue siendo el control a tiempo. Detectar una lesión en etapas tempranas cambia por completo el pronóstico. Por eso cada vez que una mujer se realiza sus chequeos de rutina, está dando un paso muy valioso para proteger su salud y ganar tiempo frente a la enfermedad”, asegura Bugarín.
Cifras inquietantes, pero que pueden reducirse
Desglosando las razones de la brecha: siempre hay motivos que explican un aumento de casos
Según sostiene el Instituto Provincial del Cáncer (IPC), diagnosticar el cáncer de mama en sus etapas iniciales permite que el 90% de las personas afectadas se curen. Cuando se registra en etapas avanzadas, la tasa de supervivencia se reduce al 28%.
La tasa de prevalencia del cáncer de mama en Argentina es de 675,9 por cada 100.000 mujeres, frente a 463,5 en América Latina (). En el caso del cáncer de cuello uterino, la tasa local alcanzó los 463,5, muy por encima del promedio regional, que es de 148.
¿Qué está pasando?
A pesar de contar con un programa universal de vacunación contra el VPH en escuelas primarias, en Argentina la cobertura ha caído de forma abrupta: de 2022 a 2023 pasó del 54% al 36% entre las niñas, dejando a muchas sin esta protección clave.
En Argentina, el acceso a la detección y al tratamiento del cáncer varía según el nivel socioeconómico, la cobertura médica y la zona geográfica. Las mujeres con menores ingresos tienen menos posibilidades de acceder a controles de rutina y muchas llegan al diagnóstico en etapas avanzadas. Y el tumor mamario es uno que puede no dar ningún síntoma hasta etapas avanzadas, cuando las opciones terapéuticas se reducen. Esta inequidad convierte al cáncer en un desafío tanto sanitario como social.
Factores que aumentan el riesgo
No existe una única causa, pero sí se conocen factores que aumentan el riesgo. Identificarlos permite tomar decisiones informadas y fortalecer las medidas de prevención.
En el caso del cáncer de mama, los factores que se destacan incluyen antecedentes familiares, menstruación temprana (antes de los 12 años), menopausia tardía (después de los 55), no haber tenido hijos o tener el primero después de los 30, obesidad, consumo de alcohol, terapia hormonal en la menopausia, tener tejido mamario denso, entre otros. La edad también es un factor determinante, dado que la mayoría de los diagnósticos se producen en mujeres mayores de 40 años.
En cuanto al cáncer de cuello uterino, la causa más frecuente es la infección persistente por el virus del papiloma humano (VPH), una enfermedad de transmisión sexual muy común. Otros factores que incrementan el riesgo son el tabaquismo, el inicio temprano de la actividad sexual, múltiples parejas sexuales, infecciones de transmisión sexual no tratadas y un sistema inmunológico debilitado.
Señales que no deben pasarse por alto
Tanto el cáncer de mama como el de cuello uterino pueden desarrollarse sin síntomas evidentes en sus etapas iniciales. Por eso, es esencial prestar atención a los cambios sutiles y conocer las señales de alerta.
En el caso del cáncer de mama, la manifestación más frecuente es un bulto o masa indolora en la mama o debajo del brazo. Sin embargo, también pueden observarse otras señales: engrosamiento, alteraciones en el tamaño o la forma de la mama, dolor, enrojecimiento, hundimiento de la piel, secreción inusual por el pezón o cambios en la areola.
Por otra parte, en el cáncer de cuello uterino los síntomas suelen aparecer en etapas más avanzadas. Los más comunes son el sangrado vaginal anormal -fuera del período, tras relaciones sexuales o luego de la menopausia-, flujo con olor fuerte o de aspecto sanguinolento, y dolor en la pelvis o durante las relaciones sexuales.
Diagnóstico temprano
Cuando se detectan en etapas iniciales, estos cánceres tienen mayores probabilidades de tratamiento exitoso. Por eso, los controles regulares y las pruebas médicas específicas son fundamentales. Para diagnosticar el cáncer de mama, los profesionales de la salud utilizan herramientas como el examen físico, mamografías, ecografías, resonancias magnéticas, biopsias, entre otras.
En el caso del cáncer de cuello uterino, las pruebas más utilizadas son el Papanicolaou y el test de ADN del VPH. Si se detectan células anormales, se puede realizar una biopsia para confirmar el diagnóstico. Cuanto antes se actúe, mayor es la posibilidad del éxito en el tratamiento.
() Según el informe “Reducir la brecha de equidad”, elaborado por The Economist Impact con el respaldo de MSD Argentina.
Ver 0 comentarios